martes, 1 de junio de 2010

EL OLOR DE LA SANGRE

Trasteando por el blog de mi señor suegro, encontré este artículo que él escribió referente a las distintas, cuantiosas e interesantes acepciones que posee el término sangre, la mayoría las conocía pero hay otras que totalmente desconocía o simplemente había oído de refilón, sin pararme a pensar en su significado real. Os invito a que las conozcáis si os interesa.


EL OLOR DE LA SANGRE.
Por Miguel CHAVARRÍA.
El olor de la sangre, con ser tan universal, tan sólo tiene nombre propio en nahuatl: es el término xicuís, que el uso castellanizado transforma en chicuis o en chicuije. No es la única palabra sanguinosa que esa antigua lengua de Mesoamérica donó al español americano. La viscosidad de la sangre al coagularse tiene también denominación apropiada en la palabra alaste. ¡Sepa Tezcatlipoca como sonaría primitivamente ese vocablo! Los castellanos oyeron “alaste” y así se quedó. Son voces originadas en las incidencias del combate y de los sacrificios humanos.
Los romanos, que algo sabían de sangre pues la derramaban hasta en los juegos circenses, distinguían el fluido corpóreo al que llamaban sanguis, sanguinis, de la sangre vertida que era llamada cruor, cruoris. Algo de esto último expresamos en español al hablar de los deportes crueles o del carácter cruento de este o de aquél atentado o de tal o cual accidente.
De los tiempos de las luchas entre unitarios y federales, los argentinos conservan el recuerdo de “la refalosa” –resbalosa- que en español rioplatense es tanto como llamar resbaladiza a la sangre que empapa baldosas o adoquines.
En español son muy numerosas las modalidades expresivas que emplean la palabra sangre. Al temple de ánimo llamamos “sangre fría” y a lo contrario “sangre caliente”; a enojarse llamamos “hacer mala sangre”; al exceso de pasión lo identificamos porque “hierve la sangre” y todos sabemos el significado de “no llegar la sangre al río”, de “dar la sangre” por una causa, “costar sangre” alguna cosa, quedársele a uno “helada la sangre”, “tener sangre de horchata” y entrar “a sangre y fuego.”Sangre ha tenido también el significado de familia o de linaje: “es de nuestra sangre”; “somos hermanos de sangre”, es de “sangre azul”. También sirve el vocablo para encarecer la fuerza de los vínculos familiares: la “sangre tira mucho”; o para destacar la destreza en un oficio como cuando se dice de alguien que lleva la política o el baile o el cante “en la sangre.”
Para estos últimos casos preferimos hoy a la mención de la sangre la referencia genérica a las ciencias naturales. Así cuando se habla de “padre biológico” y no de padre de sangre; o cuando se dice de Fulano o de Mengana que es un “animal político” o de Zutano que es un animal del escenario. En cuanto a lo de “animal político”, no hay por qué tomarlo a mala parte. Fue Aristóteles, no el Onassis sino el Estagirita, quien dijo aquello de “zoon politikon”. Las bestias propiamente dichas no hacen política ni pueden hacerla. ¿Está claro?
www.maquinaciones.info

No hay comentarios:

Publicar un comentario